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viernes, 19 de junio de 2015

Meditación y dolor



Meditación es la manifestación más simple de relajación y la más profunda. La persona no hace nada excepto concentrarse de una forma simple y pasiva.
Es centrar la atención en algo concreto, observando lo que ocurre sin emitir juicios. La clave está en no luchar contra nosotros mismos, no juzgarnos, ni a nosotros ni a los demás, sólo observar y estudiar nuestras reacciones.
Meditar es una actitud de consciencia alerta.
Desde la práctica concreta se trabaja sobre el sistema nervioso y es una técnica que puede cortar el estrés incluso en momentos en los que sólo sería posible con medicación.

La meditación cambia nuestras ondas cerebrales, esto se puede medir y comprobar; las ondas en estado de estrés están en una frecuencia Beta y la meditación va tranquilizando esa frecuencia hasta llegar a unas ondas Alfa que es la más homogénea y tranquila que puede llegar a tener nuestra mente estando despiertos.
Nos ayuda a estimular la producción de nuevas células. El relax que otorga no sólo elimina el dolor o mejora la circulación, sino que favorece el metabolismo del cuerpo en general, es decir, optimiza sus recursos.

Quiero compartir mi experiencia personal sobre meditación y dolor.
En Septiembre de 2011, mi pie derecho se encajó entre dos piedras en una playa paradisiaca inaccesible en coche, me rompí con fractura transversal del peroné sin desplazamiento, dos fracturas con arrancamiento en los cantos distales de ambos maléolos, rotura del ligamento lateral externo, luxación (que yo misma me lo coloque en un acto reflejo, aunque no es lo que hay que hacer),  rotura del cuarto metatarsiano del pie, fisura del esternón, fractura sin desplazamiento de la costilla que está debajo de la mama izquierda y esguince de 3º grado.
Iba con una amiga, llamamos al SAMUR,  se fue caminando a la carretera más cercana que estaba a unos tres kilómetros para indicar a los Servicios Médicos donde estaba yo.
Me quedé sola en aquella playa tumbada en el suelo al sol sin poder moverme. Inmovilicé mi pierna enterrándola en arena; además, la arena de encima estaba más caliente que la de abajo, eso reduciría algo la inflamación. Me conecté a los elementos de la naturaleza y me puse a meditar. Estuve allí dos horas y media hasta que llegó la Guardia Civil y el SAMUR.
A través de la respiración con mi mano izquierda en el corazón fui bajando el ritmo cardiaco.
Observar mi respiración en absoluta quietud conectada a la Madre Tierra me llevó a un estado de paz en el que mi dolor iba reduciéndose cada vez más.
Si me movía el dolor rozaba lo insoportable, si me incorporaba también.
En esa quietud noté como el dolor se reducía en casi un 50%. En algunos momentos pude desideintificarme totalmente de él, sintiéndolo como algo ajeno a mí. Es una experiencia que me ha cambiado la vida.
Cuando el SAMUR llegó mi tensión arterial era de 120/70 y mis pulsaciones cardiacas 50. El Técnico Sanitario bromeo conmigo diciendo que parecía que me había tomado un Valium-5.

En Febrero de 2013 tuvieron que hacerme una prueba médica dolorosa, ya que si la programaban con sedación había que esperar tres semanas; acepté hacérmela sin anestesia, volví a repetir la experiencia: medité  para transcender el dolor.
Sentir el dolor  sin sufrimiento, sin juicios, sin ira…  Cuando es intenso, el dolor lleva a un estado iracundo en el que estamos tensos, entonces aun duele más. A través de la relajación que produce meditar evitamos llegar a este estado. Con la meditación conseguimos mantener la calma, estar equilibrados, focalizar nuestra mente, dirigir nuestra consciencia hacia donde deseamos.

En 2007 en la Universidad de Wakeforest en Carolina de Norte-USA después de varios experimentos con participantes voluntarios y el dolor llegaron a la siguiente conclusión:

“La clave de este éxito, destaca, radica en que la meditación actúa a distintos niveles cerebrales al mismo tiempo, por lo que no se puede ceñir su acción a un sólo punto del cerebro, sino más bien a varias áreas. Las  resonancias demuestran un descenso de la actividad en la córteza somato-sensorial primaria, implicada en la intensidad con que se percibe el dolor; al tiempo que aumentaba en otras regiones (como la ínsula anterior o la corteza orbito-frontal) implicadas en procesar la información que llega al cerebro procedente del área dolorida.”

Llevo investigando en Meditación quince años, medito a diario, he de reconocer que al principio me costó mucho, incluso “tiré la toalla” en algunas ocasiones porque pensaba que nunca conseguiría llegar a un estado de consciencia relajado, tranquilo, ni a abstraerme de los pensamientos… Lo veía imposible…  Llevar la atención a la respiración fue todo un descubrimiento: magia . Me gustaría ayudar a las personas que tienen dolor crónico. Sé que es posible. Podemos reducir el dolor y mejorar la calidad de vida de estas personas a través de la meditación. Lleva  tiempo, es como el deporte, hay que entrenar para conseguir resultados, durante el aprendizaje está el regalo de sentirse cada vez más centrado, armonía, paz  y relajación.