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domingo, 16 de febrero de 2014

El Observador



En el día a día estamos “programados” para hacer un sinfín de actividades y tareas que nos llevan a una espiral, a una rutina en la que cada hora o día está prevista para una determinada cosa. Esto nos lleva a estar proyectados hacia fuera, hacia lo que hay que hacer, viviendo en el exterior.

Tenemos pocos momentos para “ver” qué es lo que está sucediendo “ahí dentro”. Todo lo que ocurre a nuestro alrededor es una proyección de nuestro interior. A quien no le ha pasado levantar la persiana ver el día lluvioso, con el cielo gris y pensar “que día más triste” ¿El día es triste o la tristeza la tengo yo? Posiblemente los niños piensen que es un día divertido en el cual saltar sobre los charcos y ducharse con el chubasquero puesto con el agua que cae de los canalones de los edificios.

Cuando observamos lo que sucede a nuestro alrededor casi siempre pensamos que las cosas vienen de fuera ¿Vienen de fuera o las vemos desde fuera?

Meditar nos lleva a observar imparcialmente lo que acontece fuera y dentro, de nosotros, nos centra en el momento presente, en ese instante irrepetible y único que es cada momento de nuestra vida.

Cuando observas tu respiración entras en un espacio donde eres tú, sin roles, sin juicios, sin más, sólo tú, entendiendo tú como esa esencia perfecta y profunda más allá de lo que se aprecia desde el exterior y aquí es donde viene la magia, aquí es donde todo se da, donde todo sucede sin más, donde las etiquetas no existen… entonces puedes observar los pensamientos como si tuvieses una enorme pantalla en la cual mirarlos como miras una película.

Al verlos como algo fuera de ti, la mente descansa.

Meditar nos lleva a entender lo que no podemos ver con los ojos. Cuando los cerramos y nos anclamos a la respiración comenzamos a aceptar, a conocer parte de nosotros que era desconocida, es como meterse en una gruta con una linterna y ver que es mucho más grande de lo que pensabas.

En el estado de observador imparcial, sin juicios el tiempo se diluye porque realmente el tiempo es algo que hemos inventado para entender nuestra propia realidad. Aquí contactamos con la magia de estar en el Ser, de estar en nuestro templo, porque nuestro interior es un templo al cual siempre podemos acudir.

Muchas personas dicen que no tienen tiempo para meditar, a veces dos o tres minutos pueden cambiar la calidad de lo que estás percibiendo o pueden cambiar tu estado. Si notas que estás nervioso, algo te supera, estás cansado, agotado emocionalmente… haz la prueba: siéntate con la espalda recta, cierra los ojos y observa tu respiración, relaja tu cuerpo con cada exhalación, deja que los pensamientos pasen… después incorpórate a tu actividad, dos o tres minutos no harán que tus cosas se paralicen conseguirás relajarte y aclarar tu mente.







2 comentarios:

  1. Muy útil y bonito, María. Esos momentos de encuentro con uno mismo son necesarios y sanadores. Es bueno darse cuenta de lo que pensamos y sentimos, porque somos nosotros viviendo ese momento. Los sentimientos y los pensamientos tienen lugar en uno, somos nosotros eligiendo sin darnos cuenta de ello. Y lo que sentimos y pensamos nos va haciendo en el vivir día a día. Un abrazo. Ana.

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    1. El encuentro con nuestro ser es necesario, escucharnos y sentirnos es estar en nuestro templo interior, es estar en casa, a través del silencio interno llegamos a conocernos realmente. Este blog me da la oportunidad de expresar lo que llevo dentro. Me hace feliz que leas mis entradas y sean útiles para ti. un abrazo de corazón a corazón.

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