Somos
mucho más de lo que pensamos. Al meditar nos descubrirnos, nos acercamos a
la naturaleza esencial de las cosas.
Nuestra mente es poderosa, hay momentos en que ella tiene el control sobre
nosotros, es quien nos dirige, entonces lo primero es tranquilizarla y
luego direccionarla de manera que tengamos la paz y el equilibrio que deseamos.
Cuando se trabaja desde este punto aparece la luz en el camino y todo se ve con
claridad.
Meditación
es estar presente, aquí ahora, alerta siendo un testigo de todo lo que acontece
dentro y fuera de uno mismo. Al meditar nos convertimos en observadores de
nuestros propios pensamientos y comenzamos a percibir el entorno de forma
diferente.
Meditar es conectar con nuestro ser interno, entrar en ese momento de paz y armonía que reside en nosotros y que es un estado normal en nuestro interior, es recordar el sosiego y equilibrio olvidados en una sociedad de que mueve a un ritmo frenético.
Meditación
no es concentración. Es simplemente conciencia. Es relajarse y observar tú respiración. El acto inconsciente de respirar
se convierte en algo consciente y en esa observación no se excluye nada… deja
que todo suceda sin más… pase lo que pase, no pasa nada, acéptalo… sin juicios.
Meditar
nos lleva al momento presente en el que el tiempo se diluye porque sólo existe
el ahora, es una manifestación de paz y relajación profunda. Es hacer “turismo
interior” (expresión empleada por Angel García Almadetao) es dejar de proyectarse hacia fuera para sumergirnos en las
profundidades de nuestro ser. Es entrar “dentro” para comenzar a “ver” y a conocer
a ese extraño con quien convives: tú mismo.
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