OFERTAS

martes, 25 de noviembre de 2014

Carta con deseos para el año 2015


Hace tiempo escribí esta carta con deseos para el nuevo año, fue una "excusa"para participar en un concurso que había en un periódico de la Sierra Oeste de Madrid... la verdad es que realmente lo que deseaba era escribir algo vaciando mi Ser, comunicando mi sentir... Escribir algo atemporal que sirva para cada año que comienza, sea en 1950 ó en 2025. Algo creado desde el corazón, no desde la mente, algo hecho con amor... y recibí mi premio... porque la carta no gano el certamen pero quedó entre las diez finalistas y fue publicada en Febrero de 2006. 
Simplemente este año le cambié la fecha para compartirla con vosotros. Y la carta dice así...

Cuando me despedí del anciano año 2014 lo hice con un tierno beso, entonces el joven 2015, me abrazó con sus jóvenes brazos, emprendíamos juntos un nuevo camino, rumbo hacia los próximos doce meses, y yo llevaba por equipaje una maleta repleta de ilusiones y sueños.

En principio pensé: “doce meses, doce deseos”, o quizás, “doce nuevos proyectos”, “doce nuevas ilusiones”; pues bien, tampoco es exactamente así.

Yo deseo que la nieve se funda de los corazones de aquellos que no aman, y con sus aguas, cree un río de esperanza que fluya entre los humanos. Que el color no sea algo que distinga a las personas como diferentes, sino algo que nos una y brille en cielo como el arco iris después de una tormenta, porque esa tormenta es la que generaría la unión de todos nosotros que convivimos en un mundo apesadumbrado por el dolor.

Que regalemos sonrisas por la mañana, porque una sonrisa cuesta poco y se valora mucho, porque quien la recibe se siente con ganas de regalar otra, y porque quienes no saben sonreír, tienen que conformarse con las sonrisas de otros para aprender a hacerlo.

Que en los fríos días de inviernos sintamos el calor de la amistad, de la familia; que las oscuras noches se iluminen con la luz de nuestro interior, que la soledad no habite nuestros corazones, que sólo sea buscada como beneficio de una paz interior.

Que la navidad no sea una época del año en la que el consumismo, la hipocresía, y la locura transitoria de un amor que renace para morir días después se instala entre nosotros y nos revoluciona. No. Yo deseo que la Navidad sea de verdad, sea una forma de vida, y sus letras se transformen en siglas: N.A.V.I.D.A.D., Nacer, Acoger, Vivir, Implicarse, Dedicarse, Amar, Darse.

Que aprendamos a vivir una vida diferente lejos de los agobios y el stress que nos torturan día a día en una ciudad enferma por las prisas, que aprendamos a esperar a tener la calma suficiente para no correr a todas horas.

Que nos dejemos contagiar por la inocencia del niño, la fuerza y vigor del adolescente,  la madurez y experiencia del anciano, que pensemos que cada día que pasa es un día más que nazco, un día más que muero, un día más en el que puede haber miles de sorpresas que vivir, miles de cosas que aprender.

Deseo que nuestros cuerpos sean vistos al exterior como algo bello, no como una frontera infranqueable en la que siempre hay defectos: más alto, más delgado, más guapo, más rico, más inteligente… que  nos preocupemos más por el interior, y menos por el exterior, que es tan sólo la envoltura de lo que todos llevamos dentro; es como cuando damos un regalo, lo primero que ves es envoltorio, pero lo mejor está dentro.

Dentro de nosotros hay todo un potencial, escondido en la cárcel de nuestros pensamientos donde residen las ideas, que las ideas maravillosas salgan a la calle e impregnen a otros con su aroma, que compartir sea una palabra desgastada por su uso y aunque los días sean grises y llueva, sol brille para todos.

Tal vez ,esta sea la carta de una soñadora, porque soñar es barato, es sano, ejercita la mente, te transporta, te hace creer que algunas cosas algún día llegarán, algún día serán ciertas y podremos salir a la calle con una sonrisa propia, no una sonrisa prestada.

Estoy convencida de que el mundo toma las alegrías prestadas, las sonrisas alquiladas, pues bien, somos usufructuarios de una vida y ojalá este año todos trabajemos para la misma empresa: El Mundo, y consigamos así, un mundo mejor.

No quisiera despedirme sin antes desear mucha suerte a aquellos que me quieren, a aquellos que me conocen, a aquellos que no saben de mi existencia pero algún día llegarán a conocerme, y sobre todo aquellos que con su cariño y apoyo me dan el combustible necesario para seguir viviendo, y entre ellos se encuentras los que me animan a escribir este tipo de cartas.



Mis mejores deseos para 2015.
Un abrazo.



miércoles, 1 de octubre de 2014

Continuamos con la práctica. Meditación - Visualización con los elementos.

Vivir o trabajar en la ciudad… ordenadores, teléfonos móviles, publicidad, prisas, agendas apretadas, el ruido de los coches, transporte público... asfalto, rodeados de asfalto… algunos árboles… lejos del campo, del mar, de las montañas… de la tierra que nos nutre, nos sostiene, nos alimenta… olvidando que somos parte de ella.

Esta es una meditación para conectar con los elementos de la naturaleza. A través de unos ejercicios de respiración entraremos en estado de relajación, dejando a un lado los pensamientos… si desean venir que vengan… los haremos que pasen como las nubes lo hacen en el azul del cielo, como el incienso se diluye... así sin más; y después, con la visualización nos vamos a conectar con los elementos, con lo natural, con lo que somos, con nuestra esencia…

Esta sencilla visualización te lleva a la conexión estés donde estés, viajando sin necesidad de billete de tren, o de avión, sin moverte del sitio… Y si la utilizas en un entorno natural se potencian sus efectos, se multiplican… En este caso la visualización es de una playa, puedes hacerlo en el campo, en el parque… o en casa, no importa el lugar… simplemente prueba.

Abrete a sentir, a ser plenamente. Meditar transforma tu vida. Visualizar te ayuda a crear con tu pensamiento. El pensamiento es creador. El pensamiento atrae. Visualizar puede ayudarte cuando algo no lo veas con claridad.

¿Te apetece viajar a las profundidades de tu ser? Te invito a experimentar plenamente tu interior con este audio. Meditar es magia, puedes hacerlo mil veces y mil veces será diferente. Experimenta, observa, siente… No te plantees nada....







domingo, 13 de julio de 2014

Meditación, concentración en respiración abdominal. Pasando a la práctica


 Meditación alimento para el alma y descanso para el corazón. No sabremos que es realmente la meditación hasta que no meditemos. 

Con este audio os invito a probar la experiencia, esta meditación es un trabajo básico y purista para enfocar toda tu atención en la respiración abdominal.

 Meditar te conecta con tu ser, con la esencia autentica que hay en ti.

 Prueba a meditar con este audio varios días seguidos, observarás que cada vez lo vives de manera distinta aunque aparentemente la práctica es la misma. La meditación te indica cómo estás en ese momento, es un reflejo de la vida misma, de cómo te sientes, es el ahora en plenitud, ni antes, ni después. 

El audio te da todas las instrucciones, no es necesario haber meditado antes. Sirve para meditar en soledad o en compañía, si estás en soledad cuando te indique me mires a otras personas observa tu alrededor sin más… no juzgues nada… no juzgar es un principio fundamental, olvidarse de todas las etiquetas y conclusiones que emitimos constantemente supone una gran liberación. Si estás en compañía mira a ver que te trae tu mente cuando el audio te indique que mires brevemente a otra persona o personas desde la quietud y el silencio.

 Quizás cuando tengas que abrir los ojos te cueste… prueba, siente, observa, experimenta… Te propongo un viaje muy especial, un viaje al centro de ti mismo/a.



domingo, 1 de junio de 2014

Meditación, medicina del alma


Llevo catorce años como practicante de meditación, he pasado por muchas etapas, cada una me ha aportado enseñanzas nuevas, descubrimientos a cerca de mí misma que se han trasladado al exterior, porque todo lo que vivimos dentro es una proyección hacia fuera.

La meditación es el “alimento del alma” cuando no le proporcionamos lo suficiente comienzan las carencias, sentimos sed… nuestra vida se agita, comienza el sentimiento de separación, de que nos falta algo… en ocasiones intentamos llenar ese vacío con cosas materiales sin comprender que el vacío interior tan solo puede llenarse con el silencio, el reencuentro de lo que somos, desencuentro que se produce por el olvido y la desconexión con ese ser más profundo, perfecto y pleno que reside en nuestro Ser. 

Comprender esto me llevo años, aceptarlo fue el bálsamo sanador para comenzar una nueva vida, el cambio fue tan fuerte que afortunadamente después de eso ya nada volvió a ser lo igual, comenzó “el camino sin retorno…” esta expresión la utilizo en mis cursos, mis alumnos sonríen, me observan con curiosidad, se quedan un poco descuadrados cuando lo digo, sin embargo, con el tiempo se dan cuenta de que es así. El cambio es necesario, la vida es evolución, transformación, impermanencia… El río  fluye aparentemente por el mismo lugar, pero sus aguas nunca son las mismas a pesar de que el cauce siempre discurra entre las piedras y las piedras no cambien de sitio…   


Cuando la vida se acelera el corazón galopa al mismo ritmo, acabando como un caballo desbocado, ese caballo incontrolado es tu mente desbordada… Pero… ¿Controlamos nuestros pensamientos o los pensamientos nos controlan a nosotros? ¿Qué harías si tuvieses unos minutos sin pensamientos? ¿Eres tus pensamientos? Quizás no te sea sencillo encontrar la respuesta a estas preguntas. La mente es una parte de raciocinio que está para ayudarnos, está a nuestro servicio, pero… ¿Qué sucede? que la mente ha tomado el control, ha cogido las riendas de la vida que vivimos y los pensamientos a menudo campan a sus anchas sin pedirnos permiso… invadiendo los límites de la tranquilidad, traspasando las fronteras de la ecuanimidad, volviéndonos dependientes de una mente controladora y parlanchina; el parloteo constante no cesa y en algunos momentos viene la expresión… Voy a hacer un viaje para desconectar o quiero que llegue el fin de semana y desconecto… Es buena idea buscar la desconexión; para encontrarla hay que tener los medios, si no, donde quiera que estemos, allí donde vayamos los pensamientos vendrán como equipaje preferente y se instalarán como programas predefinidos en el disco duro de nuestro cerebro, ocupando gran parte del software impidiendo dejar espacio libre al vacío, vacío necesario para llenarlo de paz, armonía, tranquilidad, sosiego y amor. 

Relajar el cuerpo es sencillo, un baño de agua caliente, un Spa, tumbarnos en el sofá tapados con una manta, dormir…  ¿Y relajar la mente…? ¿Es fácil relajar la cabeza? Quizás estés tumbado en la hierba tomando el sol con tu cuerpo relajado y vengan a ti mil pensamientos saboteando ese momento de relax.  

Casi siempre que alguien toma contacto con la meditación por primera vez piensa que dejar la mente el blanco es imposible, que es requisito indispensable para meditar… Que no sabe relajarse y… No tiene tiempo porque ¡Está muy ocupado!… Otras veces confunden meditación con reflexión y se agobian porque piensan que es para pensar más y claro… ¡Lo que desean es dejar de pensar! 

Meditar es más sencillo que todo eso y al mismo tiempo más complejo. Esta dualidad hace que no sea fácil explicar con palabras el significado exacto de la meditación por más definiciones que se le dé. Es mucho más que lo que parece a simple vista. Es observar que “hay dentro” haciendo una pausa para después ver y comprender mucho más “ahí fuera”. Es ante todo un puente hacia tu interior.  

En el siglo XXI hemos llegado a conquistar el espacio, a tener ordenadores muy potentes, medicinas que alargan la vida y la protegen de forma que en los tiempos de nuestros bisabuelos era impensable… Sin embargo, vivimos con el corazón oprimido por un estrés que mata, una vida llena de cosas, con abundancia aparente y carente de lo más esencial: recordar lo que somos.  

La meditación es la medicina del alma, que no se compra en farmacias, ni se envasa en blíster de colores con cajas de bonito diseño comercial.

La meditación es el alimento de tu interior, la medicina del ser, el espacio donde resides, el templo sagrado donde entras mientras habitas tu cuerpo… Es recordar que somos mucho más de lo que nuestros pensamientos intentan decirnos. Y meditar es tan sencillo como respirar, tan fácil como observar nuestros pensamientos sin juzgar el por qué; es hacer consciente el acto de la respiración, algo inconsciente que al volverse consciente se convierte en la magia que estábamos esperando. Todo un arte que está ahí deseando que le prestes atención.  

Cuando meditamos entramos en un plano de conciencia modificado, donde la frecuencia cerebral es similar a la que tenemos mientras dormimos en estado de vigilia, la atención está activa en estado de relajación y la observación es plena.  

Los beneficios llegan a un nivel en el que un meditador constante durante cinco años una hora diaria tiene un rejuvenecimiento cerebral de doce años. 

La meditación desarrolla la intuición, rompe con hábitos y reacciones inconscientes, miedos, escollos subconscientes… transforma la emociones negativas,  nos hace ver las cosas con más claridad, nos ayuda a estimular la producción de nuevas células, meditar una hora equivale a cuatro horas de sueño reparador… 

Como profesora de meditación me siento plena, satisfecha. La meditación llegó a mi vida hace años transformándola para siempre. En mis clases,  cursos y talleres siempre ocupa un lugar importante independiente de el tipo de curso o taller que imparta. Hace poco di una conferencia, hacer una breve meditación antes de comenzar la charla cambió la energía de la sala y de los asistentes.  

Todo esto me lleva a una frase anónima que llegó a mi hace tiempo: “Meditar es atreverse a mirar allí donde lo desconocido guarda secretos sin nombre”

































sábado, 3 de mayo de 2014

Del estrés a la meditación


Hace unos años cuando el estrés campaba a sus anchas en mi ser, la sensación de opresión en mi pecho era comparable a tener el peso de una baldosa sobre él, las prisas y correr eran naturales en mi día a día, mi corazón vivía agitado y moría al mismo tiempo asfixiándose en una vida llena aparentemente, pero vacía y carente de sentido… Sin escuchar las señales, llenándome cada vez más de insatisfacción, entrando en la espiral de la inquietud, dejándome arrastrar por ella… Buscando respuestas sin escuchar las preguntas. Sin atender a mi interior, trabajando sólo el exterior… Buscando fuera lo que tan sólo se puede encontrar dentro… Hasta que mi corazón dijo ¡Basta! y entonces no me quedó más remedio que escuchar lo que no había querido oír antes. Crisis. Catarsis. Cambio… Replantearse las cosas aunque no supiera ni por dónde empezar… 

Comencé un camino sin retorno, un sendero de búsqueda y conocimiento interior del que hasta ese momento nunca había escuchado hablar. Al principio no entendía nada o no quería entender porque había demasiadas resistencias en mí. Sin embargo, la semilla estaba plantada y aunque yo no hiciese mucho por abonarla y regarla comenzó a crecer… La semilla que en principio dio frutos amargos se convirtió sin duda en la más dulce con el paso del tiempo y poco a poco me decidí a abonarla para que se produjese la cosecha. Y la cosecha llegó y con ella comencé por primera vez en muchos años a sonreír a pleno pulmón a sentir en mi pecho una sensación nueva para mí, empecé a estar en paz conmigo misma, a amarme, a ver mis defectos como virtudes poco desarrolladas como oportunidades para aprender. A ver los errores como los mejores maestros, a entender que en la escuela de la vida todos somos maestros y alumnos a la vez. Sabiendo que la vida es demasiado corta como para malgastarla corriendo exhausta sin dirección alguna olvidándose de lo bello que puede resultar el viaje si observas a tu alrededor. 

La meditación apareció en mi vida como un soplo de aire fresco que al principio me llenó de curiosidad sin saber mi bien si realmente funcionaría conmigo. Pensé: “Esto no es para mí” “¿Meditar yo? ¡Si mi mente grita y no sé cómo hacerla callar!” “Soy incapaz de relajarme”.

Esa mezcla de curiosidad y escepticismo me impulsó a seguir. Abandoné varias veces “el barco” pero no tardaba mucho en volver a “embarcarme de nuevo”. Un día el Lama del Centro Budista donde iba a meditar todos los martes vio mi tristeza, mi insatisfacción, mi abatimiento… con una amplia sonrisa se acercó a mí y medio en inglés medio por señas… con alguna palabra en tibetano que no entendí me dijo algo que su interprete (un chico joven que siempre iba con él) me tradujo como: “Lo que tanto te niegas a ti misma es lo que realmente andas buscando. Llegarás a maestra.” Me dejó perpleja, ahora, con el paso de los años, desearía volver a verle (se fue al Tíbet, no sé si habrá regresado) darle un abrazo, devolverle la sonrisa que él me regaló aquel día en que yo era incapaz de sonreír; decirle que tenía razón, que la negación era tan sólo miedo y resistencia inútil… Quien sabe, quizás volvamos a vernos… si llega ese día nada me hará más feliz que expresarle mi agradecimiento. 

Hay un ingrediente con el que cocino cada día en mi fogón interior se llama meditación, desde que lo utilizo el sabor de mi vida ha cambiado, mi visión ha pasado del estrés a la relajación, de la insatisfacción al agradecimiento, de la tristeza al despertar a la vida, a despertar los sentidos y ver que hay otros mundos paralelos en este, que están ahí aunque si no profundizamos no podamos verlos. 

Cada clase, cada taller, cada curso cada sesión de terapia me trae cosas nuevas, información privilegiada que proceso dando gracias a tanto por descubrir y tanto por aprender. 

A veces me sorprendo de que las clases se “hagan solas” siempre las llevo preparadas pero como bien dice una de mis alumnas “soy la reina de la improvisación”, tengo el plan A, el B y el C (siempre llevo varias opciones) y llegado el momento, el presente que es lo único que tenemos, lo más puro para disfrutar y expandir en nuestro ser me regala la oportunidad de actuar según el plan D que se gesta a medio camino entre un enorme corazón que aparece en medio de la clase fruto de la unión del grupo y de mi propia energía como facilitadora de la sesión ¿Magia? Tal vez… tengo claro que la magia existe.

Recorrer el camino, disfrutar del viaje mientras observas a tu alrededor es la parte más importante. El pasado no va a volver, si le llamas constantemente corres el riesgo de que aparezca gruñendo con sus afilados colmillos. El futuro llegará con mil sorpresas que ni siguiera esperabas, desarrollándose según el plan divino, no como tu pensabas.

Meditar te lleva justo ahí al presente, al ahora, al momento real, para que veas lo que hay dentro y comprendas que lo que existe fuera no es otra cosa que un reflejo de ti.












viernes, 11 de abril de 2014

Primavera exterior, primavera interior


Despertar, desperezarse, abrir bien los ojos, contemplar… Llegó. Envolviéndonos con su fragancia, alumbrándonos con su luz, la reina de las flores, el as de corazones, la diosa de los campos, la ninfa de las estrellas… Su nombre primavera… su alojamiento: tu corazón.

Salir del frío, del letargo del invierno, calentarse los huesos con la tibieza del sol… Sentir que algo nuevo nace en tu interior. Cambio de energía, cambio de etapa, transformación.

Fundirse con los pétalos de las margaritas, las aterciopeladas amapolas, los “nevados” cerezos… aunque sea un solo día… Descansar la mirada en las verdes praderas, sentirse acunado por el trino de los pájaros… Observar las esponjosas nubes que viajan por el cielo como algodones sin rumbo, sin destino, pero que bien saben dónde van… La fina lluvia, el perfume de la tierra mojada, el mágico arco-iris… ella todo lo llena, todo lo cambia… y se expande en ti.

Abre los ojos y observa, cierra los ojos para ver aún más, hay cosas que escapan a tu mirada y sólo se ven con el corazón. 

Siente la primavera como parte de ti, eso somos infinitas partes de un TODO, de un Universo perfecto en su imperfección, creado por Dios y co-creado por ti. Deja que el cambio llegue a ti, permítelo, acepta lo que llegue como llegue, siempre hay algo que está por llegar. Llénate de la magia de cada estación, la magia existe, sólo hay que buscarla. Llénate del embrujo de la primavera y te sorprenderás. Estamos unidos a la tierra, al sol, a las estrellas, hechos de la misma materia, aunque a veces lo olvidamos; se trata tan sólo de eso, de recordar lo que eres y buscar tu lugar en el mundo, buscar el hueco que te hace encajar a la perfección en el puzzle que ha diseñado el Universo.